lunes, 28 de junio de 2010

¿Qué es leer?


¿Qué entiendes por leer?

¿Leer, es sinónimo a reconocer letras?

Durante mucho tiempo se ha creído que sí, pero leer es reconocer letras y valor sonoro convencional.


Un niño/a cuando se enfrenta a un texto que no conoce las letras, intenta descubrir que hay frases, dibujos, fotos, imágenes... La información de los textos no están exclusivamente en el contenido de las palabras, por ello no es necesario conocer las letras, un niño/a puede y debe leer aunque no conozca las letras.

¿Cómo crees que leen los niños/as?

Es importante saber que los niños se suelen anticipar ante el significado de las palabras, ya que tratan de encontrar indicios, elementos como pistas a lo que están viendo.

El conocimiento de la lengua escrita que tienen los niños/as no se reduce al conocimiento de las letras, por tanto no hace falta que esperemos a que conozcan las letras para que empiecen a leer a su manera.

Como todos bien sabemos, la lectura es la base de la mayoría de los aprendizajes escolares y el instrumento fundamental para adquirir la cultura, por ello, leer es una actividad de gran complejidad en la que intervienen diferentes procesos cognitivos que debemos adquirir y automatizar de forma ordenada.


Los niños/as al leer atribuyen significado lingüístico a los signos impresos, y poco a poco van accediendo al significado de las palabras y, a su vez van construyendo el significado global del texto.

La enseñanza de la lectura constituye el eje central del currículo escolar, ya que es importante el tiempo que se dedica al aprendizaje, los maestros deben ser conscientes de las dificultades que conlleva y de la incidencia que la lectura tiene en el resto de los aprendizajes escolares.

¿Sabes cuándo y cómo enseñar a leer?


Es importante tener en cuenta las habilidades metalingüísticas, en la que se encuentra el alumno/a, como también, su madurez para la lectura, el enfoque neuro-perceptivo-motor.

Para que un niño pueda leer, es necesario primero desarrollar una serie de habilidades que tiene que ver con la lateralidad, el esquema corporal, la discriminación visual. Este enfoque sobre los procesos psicolingüístico, demuestran la relación entre la capacidad para segmentar palabras en sílabas y fonemas y el rendimiento a la hora de leer.

A los niños/as se les debe enseñar a manipular palabras y segmentarlas en sílabas y fonemas, a través de juegos de rimas, juegos onomatopéyicos o a través de contar, invertir fonemas o añadir segmentos, utilizando el lenguaje oral, ya que estas actividades de reflexión sobre el habla es un buen preeditor del éxito en la lectura.

Uno de los casos es la disgrafía, que es un trastorno de la escritura que afecta a la forma o al significado y es de tipo funcional. Se presenta en niños/as con una capacidad intelectual normal, con una adecuada estimulación ambiental y sin padecer trastornos neurológicos, sensoriales, motrices o afectivos intensos.

Para que un niño/a se le defina como disgráfico, requiere tener una inteligencia “normal”, con ausencia de trastornos graves y una adecuada estimulación cultural y pedagógica. Por otro lado, si la disgrafía ocurrió antes o después de adquirir la capacidad escritora se clasifican en disgrafía evolutiva (antes de adquirirla) y disgrafía adquirida (se pierde la capacidad escritora después de haberla adquirido).


A la hora de intervenir, debemos tener en cuenta que el aprendizaje del niño, no sólo se

basa, en la influencia del maestro/a y su metodología, en este caso juega un papel muy

importante el conjunto de experiencias previas; tanto las escolares como las extraescolares.

Estas experiencias previas generan distintas expectativas y motivaciones y por tanto, el interés hacia la lengua escrita puede ser de muy distinta naturaleza y consideración.


Nuestra responsabilidad es prepararlos para el aprendizaje de lectura y escritura, hay que pensar que no siempre los objetivos del maestro/a, coincidan con los intereses y motivaciones del niño/a. Una misma situación de enseñanza-aprendizaje, dará lugar a interpretaciones distintas y como consecuencia las respuestas de los niños/as será diferente.

Debemos estar preparados cuando un alumno/a haga el cambio de un día a otro, dando respuestas distintas, dependiendo en ocasiones del estado de ánimo o por circunstancias diversos.

La ayuda, por parte del maestro/a, debe ser adecuada y ajustarse a la realidad que necesita el niño/a. No empujarle al fracaso.

La interacción que debe haber, entre profesor-alumno, es partir del diálogo, tener en cuenta la ZDP; la capacidad que tiene el niño/a de resolver por sí misma y aquello que es capaz de resolver con ayuda del adulto o de un compañero.

En definitiva, cuando hablamos de intervención educativa, nos referimos a aprovechar cualquier circunstancia que se de en el aula para convertirla en una acción educativa de cualquier tipo. La situaciones pueden ser diversas, como espontáneas o provocadas por el mismo maestro/a; se podrá dar la intervención a nivel individual, en pequeño grupo o en gran grupo.


No debemos olvidar que la figura del maestro de apoyo es esencial, ya que es de gran ayuda dentro del aula, también es importante saber que el maestro de apoyo es para todos los alumnos, no el maestro de…



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